2015 fue un año fundamental a la hora de establecer compromisos para proteger el Planeta y construir una sociedad más justa para todos. Por un lado, la Asamblea General de las Naciones Unidas firmó la resolución “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” en la que se definen los objetivos necesarios para construir un mundo mejor, estructurados en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas específicas.

Por otro lado, en el mes de diciembre de ese mismo año, en la COP21, se adoptó el Acuerdo de París, cuyo objetivo es limitar el calentamiento global a 1,5 ºC (idealmente 2ºC) por debajo de los niveles preindustriales y para ello, es necesario limitar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Se trata de un hecho histórico, puesto que por primera vez todos los países (196) se pusieron de acuerdo por la causa común de frenar el cambio climático.

Estos son hitos significativos que demuestran cómo, pese a las situaciones de injusticia, pobreza, degradación medioambiental, … existentes en nuestro Planeta, se van dando pasos para solventarlas. Hans Rosling, en su libro Factfulness (2018) y en la web de su fundación www.gapminder.org recopila y presenta datos de manera muy gráfica para darnos una visión objetiva y optimista de la situación mundial.

Y en medio de este escenario en el que se establecen objetivos comunes y se aúnan esfuerzos para conseguirlos, aparece el COVID19. Pese a las catastróficas consecuencias que el virus está teniendo en nuestras vidas y en la economía, también ha supuesto un claro impulso para dar protagonismo e impulsar la sostenibilidad e indirectamente el progreso, soportado por la digitalización.

El ODS 17, “Alianzas para lograr los objetivos” es uno de mis favoritos, por lo que supone en cuanto a transversalidad e impacto sobre todos los demás. El mensaje de cooperación entre organizaciones, y la cooperación público-privada son conceptos clave para trabajar por los objetivos establecidos. Y para mí, tienen una lectura muy clara, de llamada a cada uno de nosotros a asumir nuestra responsabilidad en este gran proyecto de la humanidad y actuar. En el mundo del emprendimiento, estas colaboraciones y llamada a la acción, se materializan en el emprendimiento con impacto social y medioambiental, en el que además de buscar el retorno financiero, se persiga una contribución positiva a la sociedad y al Planeta.

Hay mucho que hacer, desde los instrumentos de inversión de impacto, la inversión filantrópica o la medida del impacto en todas sus vertientes (económica, social y medioambiental). Tanto las organizaciones, inversores, empresas y start-ups son (somos) responsables de acometer y respaldar iniciativas con impacto social y ambiental para construir un mundo más justo y más sostenible.

SOBRE ANA

Ana Isabel Gálvez es Doctora en Tecnologías Energéticas e Ingeniera de Minas por la UPM. En 2017 participó en el programa de Desarrollo Ejecutivo, Promociona en ESADE y anteriormente en un PDD de la EOI. Es PMP desde 2010 y se ha formado en Innovación de Modelos de Negocio en el I Curso de Innovación Disruptiva para Ejecutivos impartido por Igeneris.

Durante más de 25 años ha trabajado en el sector energético, impulsando soluciones para la explotación eficiente de las instalaciones. Ha sido una de las pioneras en impulsar la Transformación Digital en el sector energético y durante los últimos años ha dirigido la digitalización del área de Gestión de Activos en Tecnatom.

Es co-fundadora de Aemener, donde lidera el programa de Mentoring y socia de Eje&Con.